China y los países emergentes plantean un mundo inclusivo, Occidente, exclusivo.


China y los países emergentes plantean un mundo inclusivo, Occidente, exclusivo.                                                                                       

Ruben Darío Guzzetti

CEFMA-IADEG-IDEAL


China modera la caída de la economía mundial provocada por el derrumbe del Occidente decrepito e impulsa una nueva era donde la revolución científico tecnológica esté al servicio del bienestar general.

Que la civilización Occidental enfrenta un declive indisimulable es moneda corriente en el mundo político, académico y periodístico. 

Comenzó con una degradación de su aparato productivo, continuó con la creciente pérdida del liderazgo en la mayoría de las tecnologías innovadoras, se acentuó con la impotencia militar de la OTAN en el este europeo y ahora se completa con el derrumbe de los valores liberales tradicionales. 

Occidente pisotea diariamente los conceptos de republicanismo, democracia, respeto a los derechos humanos, el derecho internacional y la soberanía de los estados. 

Se deslizó como en un tobogán sin escala de las normas propuestas a la salida de la Segunda Guerra Mundial a reglas caprichosas para sostener su hegemonía y de ahí a la ley del más fuerte. Todo en un “santiamén” histórico como dirían las abuelas.

Una muestra de esa decadencia civilizatoria acaba de ocurrir, hoy 10 de octubre, cuando el Comité Noruego que adjudica el premio Nobel distinguió con el de la paz a María Corina Machado, golpista (firmante del “Decreto Carmona” en 2002), aplaudidora de las medidas coercitivas ilegales contra su pueblo y alta traidora a su patria, ya que pidió la intervención de las fuerzas armadas de EE.UU. en su país. Una legítima representante del premio nobel de la guerra.

¿Qué hubiese dicho el gobierno y los medios estadounidenses si por ejemplo algún legislador de ese país hubiese pedido la intervención de Rusia en su territorio por el insipiente estado de guerra civil que vive la nación del norte?

Quizás la escena más acabada de lo que es Occidente hoy la dieron las imágenes generadas en la 80ma sesión de la ONU en septiembre pasado cuando Abu Mohmaed al Jolani, ex “corta cabezas” de Al Qaeda, por quien EE.UU. ofrecía una recompensa de U$S 10 millones, ahora convertido en Ahmed al Sharaa, nuevo “honorable” presidente de Siria, se abrazaba con el rey Felipe VI de España y el presidente de Francia Emmanuel Macron, entre otros líderes, y más tarde era fotografiado paseando por las calles de Nueva York comiendo Kebad, como un respetable turista.

Occidente dirigió, en gran medida, en los últimos 600 años, los destinos de una parte importante de la humanidad. Hoy ha perdido ese liderazgo. Como afirma el presidente Putin la multipolaridad ya está entre nosotros. Los líderes de Occidente no lo terminan de aceptar y reaccionan generando caos, incertidumbre, hambrunas y todo un conjunto de fenómenos maltusianos.

Pero en realidad se habla muy poco o directamente se ignora sobre que poder es el que realmente gobierna en Occidente. 

¿Son los gobiernos y sus dirigentes los que deciden la política de los principales países del eje anglosajón-sionista?

Un simple análisis de ADN político-financiero nos muestra quien manda:

Emmanuel Macron: Presidente de Francia y ex CEO de la banca Rothschild.

Keir Starmer: Primer Ministro del Reino Unido y consumado guerrerista, fue CEO de Black Rock, principal fondo de inversión y fondo buitre del mundo que maneja una cartera de activos de U$S 10,3 billones, superior al PBI de cada uno de los países del mundo salvo de China y EE.UU.

Friedrich Merz: Primer Ministro de Alemania, fue el presidente de la filial de Black Rock en ese país.

Giorgia Meloni: Primera Ministra italiana, facilitó a Black Rock la compra del 3% de las acciones de Leonardo, una de las principales fábricas de armas de Italia.

Christine Lagarde: Presidenta del Banco Central Europeo, ha tenido estrechas relaciones institucionales con empresas del grupo de la banca Rothschild. Durante su gestión como directora del FMI y el BCE gestionó las políticas de destrucción de las economías de los países adheridos a esas instituciones promoviendo entre otras iniciativas las odiosas deudas externas.

Alexander Stubb: ex Primer Ministro y actual Presidente de Finlandia, participante recurrente del Club Bilderberg donde predomina la voz de la banca Rothschild. Además es uno de los rusofobos más destacados.

Kaja Kallas: ex Primera Ministra de Estonia, actual representante de política exterior de la Unión Europea, fue asesora ejecutiva en la Estonian Business  School, universidad creada a fines de la guerra fría, se dedica a la formación de empresarios, es una escuela de negocios y formadora de líderes empresariales. 

Rachel Reeves: Ministra de Economía del Reino Unido, se reúne periódicamente con Larry Fink, director de Black Rock, para facilitar inversiones en Gran Bretaña.

Mark Rutte: Secretario General de la OTAN, hombre fiel al club Bildelberg, la voz cantante para ir a la guerra contra Rusia.

Michel Barnier: ex negociador del Brexit, asesor de empresas vinculadas a los intereses del grupo Rosthchild.

Scott Bessent: Secretario del Tesoro de EE.UU., ex gestor de fondos de cobertura, primero del grupo Soros, luego de Black Rock y fundador de la firma Key Square Group dedicada a las macro inversiones globales. También fue socio de George Soros en la firma “Soros Fund Management (SFM).

Ursula Von der Leyen: Presidenta de la Comisión Europea, acusada de varios hechos de corrupción, guerrerista, fiel a los intereses de EE.UU., con vínculos institucionales con Black Rock facilitándole adjudicaciones a empresas del grupo inversor.

Es decir, son los fondos de inversión, las aseguradoras de riesgo, las empresas aseguradoras, el complejo militar, tecnológico, industrial y financiero, los distintos lobbies de las empresas transnacionales cuyos paquetes accionarios los controlan los fondos de inversión, las fintech tecnológicas, los grandes bancos, estos actores son en síntesis los que manejan los destinos del Occidente anglosajón-sionista, que hoy enfrentan una profunda crisis de reproducción del capital. 

Ya no le es suficiente la emisión cuantitativa entonces apelan a las libre creación de criptomonedas sin respaldo. 

Son estos fondos de inversión los que, operando a través de los gobernantes a sueldo, están llevando adelante una política maltusiana y arrastrando a la humanidad al borde de una guerra nuclear.

Sin embargo, el mundo no termina en la civilización Occidental, existe también el sur global o el conjunto de países y civilizaciones emergentes que se van poniendo de pie y se resisten a aceptar la dictadura del capital financiero globalizado, y se agrupan en asociaciones como el BRICS, la ASEAN, la UA, la CELAC y otras similares buscando estrategias para resistirse y generar iniciativas basadas en el diálogo y la cooperación.

Para protegerse de la política depredadora de los países centrales de Occidente que, hoy intentan recuperar el atraso en la economía real y en el plano tecnológico, mediante aranceles y coerciones, los emergentes se agrupan en asociaciones e instituciones propias, crean sus propios mecanismos de comercio y financiación, lo hacen en monedas propias por fuera del dólar, generando la desesperación del poder imperial, ya que esto significa la paulatina pérdida de la ventaja que el bloque del eje anglosajón-sionista impuso al mundo a la salida de la Segunda Guerra Mundial.

Es decir el proceso de desdolarización está en curso y se muestra irreversible. 

La etapa de auge, transformación y declive del capital financiero globalizado se inicia a fines de la década del 60 del siglo XX y principios de la del 70, cuando llevada por la caída de la tasa de ganancia, los centros de poder deciden terminar, en agosto de 1971, con la convertibilidad dólar-oro y comienza una era de emisión cuantitativa sin ningún respaldo en bienes materiales y una consecuente inflación y pérdida de valor de la moneda estadounidense. En agosto de 1971 una onza de oro equivalía a 35 dólares, hoy para comprar la misma onza se necesitan 4.018 dólares.

Más tarde el proceso de financierización, especulación financiera, se profundizo cuando el presidente Clinton en diciembre de 1999 deroga la ley Glass Steagall de 1933, que prohibía la fusión de la banca de crédito con la de inversión.

Así asistimos a los últimos años a un devenir de explosiones de burbujas financieras de esta creación ficticia de valor, como la del 2008, y a un proceso de deslocalización de empresas de Occidente a Oriente, acelerado a partir de los años 80 del siglo XX. 

Occidente abandonó el liderazgo de creación de riqueza a través de la producción de bienes materiales y priorizo la especulación financiera que no crea valor y hoy enfrenta una situación donde es superada por otros estados civilización.

Esta política de ambición descontrolada, ya que las empresas iban a Oriente, especialmente a China, atraídas por los bajos salarios y las leyes ambientales y laborales más permisivas, junto con una gestión muy inteligente de la dirigencia china, fueron conformando una nueva realidad.

El proceso de desarrollo que protagoniza China está fuera de discusión

China paso de ser un país atrasado a un centro de producción mundial participando en la generación de bienes con empresas propias y de esto a ser el líder en distintas áreas del diseño, la producción con tecnología nativa y liderando el ranking de presentación de patentes anuales, así como disputando el liderazgo en estándares de producción.

La República Popular China creció durante aproximadamente 35 años a una tasa de 9,8% anual. Pasó de un ingreso por año por persona de 182 dólares en 1949 a 13.500 en 2024.

Es desde el año 2014 la primera potencia económica mundial medida en paridad de poder de compra. 

China logra ese impactante despegue a partir de los años 80 porque desde 1949 había creado las bases del desarrollo humano imprescindible: terminado con el analfabetismo estructural, elevando la calidad y cobertura sanitaria de la población, mejorado todos los demás indicadores de la calidad de vida, reflejados en el crecimiento del índice de esperanza de vida. El mismo pasó de 35 años en 1949 a 78,5 en 2024, superando al de EE.UU.

En noviembre de 2020 China termina con la pobreza extrema, en un país con 1450 millones de habitantes. Una de las noticias más impactantes de la historia de la humanidad, que en general los medios occidentales ocultaron.

En 2024 se recibieron en China 1,5 millones de ingenieros, mientras que en EE.UU. lo hicieron 200 mil.

China representa el 30% del crecimiento de la economía mundial desde hace alrededor de una década.

La producción de manufactura industrial China es superior a la de EE.UU., la Unión Europea y del Japón sumadas.

La clase media china ascendió a 420 millones de personas y esperan duplicarla en los próximos 10 años. 

La República Popular China ha impulsado el desarrollo de la ciencia, la investigación y la innovación tecnológica con distintos programas, desde 1980: Plan Antorcha, Plan de Mediano y Largo Plazo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (2006-2020), Plan Hecho en China 2025, entre otros.

En determinados sectores y círculo de observadores se adjudica esos éxitos a la cultura milenaria y a la sabiduría de sus grandes pensadores, sobre todo los surgidos hace 2500 años en el periodo denominado de “Los reinos combatientes”. Por mala intención y/o ignorancia desconocen que a pesar de esos valores China sufrió hambrunas y penurias sociales hasta 1962, es decir no reconocen el rol del Partido Comunista de China (PCCh) y la doctrina marxista-leninista en el desarrollo chino. Indudablemente la simbiosis de esos pensamientos y la interpretación correcta de su esencia por parte de la dirigencia, permitieron el cambio sustancial de China en los últimos 76 años.

Características y aportes del desarrollo chino  

Desde el inicio del nuevo siglo, cuando la RPCh comienza a tener una relevancia inocultable a nivel global, especialmente después de su ingreso a la Organización Mundial de Comercio, para lo cual debió hacer concesiones en la apertura de su economía, genera iniciativas para interrelacionarse con su vecindario más cercano, luego con Eurasia y el continente africano y más tarde con el mundo entero.

China plantea la iniciativa de “Un Cinturón Una Ruta”, a la cual ya están asociados más de 150 países, incluida la Argentina, una política de inversiones, créditos, SWAPS, asociaciones empresariales en distintas latitudes y fundamentalmente impulsa organizaciones y asociaciones regionales y mundiales como el BRICS Plus, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), es protagonista de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN)+6 (RPCh, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y Filipinas), de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)+China, del Foro de Cooperación África-China (FOCAC), tiene relaciones con la Unión Africana (UA). Es protagonista indiscutible en la formación del nuevo mundo policentrico.

Uno de los aportes más destacados hechos por la RPCh y el PCCh a la economía política fue lograr un mecanismo de simbiosis virtuosa entre la economía planificada, característica del socialismo soviético, y la economía de mercado. De tal manera que las empresas estatales y las privadas logran trabajar en la dirección del desarrollo de las fuerzas productivas del país para beneficio de la población. En este sentido el estado chino establece un marco regulatorio dentro del cual se debe mover el capital privado. Es decir, conceptos que a primera vista son incompatibles la dirigencia china logró hacerlos funcionar armónicamente.

Por otro lado la concepción dialéctica aplicada por la conducción de las 5 generaciones de líderes le permite una flexibilidad notable en las decisiones. Durante las primeras décadas de la Reforma y la Apertura (proceso iniciado en diciembre de 1978), la prioridad china eran las exportaciones y la inversión, luego en los últimos años comienza a priorizar el consumo interno. Tanto por razones geopolíticas (Occidente se pone cada vez más agresivo con China ante su arrollador crecimiento) como por razones económicas ya que se hacía insostenible un crecimiento anual del PBI en el orden del 10%.

Por otro lado se comienzan a observar en China los primeros obstáculos para superar la crisis de los ingresos medios, fenómeno recurrente en países que ascienden en la escalera del desarrollo socio económico pero que si en determinado momento no logran producir un salto en la productividad se estancan. Así el gobierno chino se esmera y focaliza las mayores inversiones en educación, desarrollo científico técnico y sobre todo especialmente en la innovación tecnológica-productiva para concentrarse en las tecnologías de vanguardia.

En 2024 el think tank australiano “Australian Strategic Policy Institute, ASPI” realizó un ranking de las 64 tecnologías más críticas, o avanzadas, y determinó que en 57 de ellas la RPCh estaba al frente.

En este sentido el presidente Xi Jinping dijo: 

Sin desarrollo de alta calidad no se puede hablar de modernización socialista”. Y Agregó: “La innovación es el alma del desarrollo y el bienestar del pueblo es el objetivo supremo de nuestro trabajo”.

En 2025, en todo el territorio de China, se comenzó a elaborar sugerencias para el XV plan quinquenal que probablemente se sancione en el mes de diciembre próximo.

En síntesis China tomó una decisión estratégica que irradia e influye en la economía global ya que gestiona un crecimiento de alta velocidad combinado con un desarrollo de calidad.

Asimismo, los logros chinos son compartidos con el resto de los países, esto se expresa en las palabras del presidente Xi cuando planteó la “construcción de un futuro compartido”. China no concibe un desarrollo unilateral si este no es compartido con la comunidad global, esto es sintetizado en el concepto de ganar-ganar. Inclusive y aunque parezca paradójico China ofreció en su momento a EE.UU. sumarse a la principal iniciativa de conectividad del mundo como es la conocida popularmente la “Nueva Ruta de la Seda”.

Además China se ha convertido en el principal país en producir energía renovable. En los primeros 7 meses de este año exportó U$S 120.000 en equipos para producir energías limpias, según el Think Tank Ember. 

En ese lapso de tiempo generó 46.000 megavatios mediante paneles solares, según repórter de la agencia Bloomberg. 

Es indudable que en un mundo globalizado el desarrollo de China influye, de una manera u otra en todos los países y sobre todo en la percepción de los pueblos que paulatinamente van desandando los múltiples preconceptos, prejuicios y mentiras que circulan en Occidente respecto del país oriental. 

Mientras tanto, de manera reactiva, los medios concentrados de información en Occidente se esfuerzan por mostrar y sobredimensionar las dificultades de la economía China. Por ejemplo hacen centro en que ahora el país crece a una tasa de alrededor del 5% cuando antes lo hacía al 10, pero ocultan que los países europeos crecen al 1% y EEUU al 2,3% en promedio, mientras que potencias como Alemania están estancadas.

Lo anterior no significa que China haya resuelto todos los desafíos que plantea la modernidad sino que busca formas de solucionarlas de manera tal que ningún sector de la sociedad quede marginada. 

Por otro lado la guerra de aranceles desatada por el gobierno estadounidense es una demostración clara de debilidad, si estuvieran ganando la batalla comercial, económica y tecnológica no apelarían a una medida que afecta a todos, incluido su propio pueblo y sectores productivos. Lo hacen como una medida extrema para intentar detener el desarrollo de China, porque esta ha sido más eficiente que Occidente, aun bajo las reglas  propuestas por estos. 

Por lo tanto, estamos en presencia de una evidencia: cuando las fuerzas capitalistas pudieron liderar la economía global con cierto control de las variables sociales, económicas y políticas, defendieron el republicanismo y la democracia, hoy cuando se ve superado apela a las medidas coercitivas y a la razón de la fuerza. La esencia nunca fue distinta, simplemente hoy están desnudas.

Los pueblos observan que China, cuando otorga algún SWAP, crédito, inversión, acuerdos de obras binacionales de conectividad o infraestructura financiada con capitales de esta nación no condiciona ni la política ni la economía como es moneda corriente cuando lo hacen los organismos de crédito occidentales.

Los pueblos van asimilando que cuando el gobierno chino propone un futuro donde nadie quede atrás, estas no son solo lindas palabras sino que van acompañadas de hechos concretos.

Hacer negocios con los chinos no es sencillo, hacen valer su experiencia milenaria, su demografía y su densidad nacional, sin embargo, todo el mundo sabe que cuando se acuerda algo con ellos no hacen falta demasiados papeles, siempre cumplen su palabra y no se niegan a modificar lo acordado si las partes lo requieren.

Todo indica que el camino de la liberación de los pueblos de nuestra América pasa por los BRICS, las potencias emergentes y especialmente la RPCh. 

Así también lo comprende el actual Secretario del Tesoro de EE.UU. que acaba de expresar que una condición para el otorgamiento del “salvavidas de plomo” al gobierno del libertario argentino es “alejarse de China”.


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