Think tanks occidentales financiados por la industria armamentista
Juan López Páez
Es clara la influencia (agitprop en términos marxistas) que desempeñan los intelectuales desarrolladores de consignas en los órganos difusores de los think tanks que están omnipresentes en los principales medios de comunicación occidentales, que se mueven en el mundo académico, y sus informes políticos a menudo son guía de las líneas argumentales de los Gobiernos del Norte Global e incluso se integran en los mismos.
Dichos expertos poseen la experticia de una narrativa predeterminada en fijar el objetivo de su diana. ya sean la Federación Rusa, China, Irán (idea fijada en la Cumbre de la OTAN de Madrid 2023) o el triángulo latinoamericano demonizado : Cuba, Nicaragua y Venezuela (doctrina Monroe).
Por ejemplo el think tank estadounidense Council Atlantic publicaba: “No importa si Irán planeó el ataque de Hamás: Teherán sigue siendo el culpable”, el artículo propone a fin de cuentas una respuesta militar agresiva por parte de EEUU e Israel que implicaría bombardear Irán sí o sí.
Paul Craig Roberts, subsecretario del Tesoro para Política Económica durante el gobierno de Ronald Reagan en julio 2016 llamó al Atlantic Council el “brazo de marketing del complejo militar-seguridad”, Glenn Diesen en su libro:“The Think Tank Racket: Management the Information War With Russia” sobre la gestión de la información de la guerra contra Rusia, fija como el complejo militar-industrial es el patrocinador económico dominante de los think tanks, lo que resulta en el sesgo hacia las soluciones militares y la perpetuación del conflicto armado, cuanto más se prolongue más se incrementa el valor bursátil de dichas empresas, una industria donde los conflictos son rentables y la paz produce pérdidas.
Atlantic Council es un think tank estadounidense, fundado en 1961, se encuentra en el corazón de lo que el veterano de 27 años de la CIA, Ray McGovern, denominó el “Military Industrial Congressional Intelligence Media Academia Think Tank Complex” (MICIMATC).
Sus estrechos vínculos con la CIA quedaron evidentes cuando su ex vicepresidente ejecutivo, Damon Wilson, fue nombrado director general del Fondo Nacional para la Democracia (NED), una rama de la CIA que promueve la propaganda y apoya a los disidentes en países cuyos gobiernos han sido blanco de Estados Unidos para un cambio de régimen.
Respecto de la creación de la NED en 1983 –según los propios medios occidentales– tenía como objetivo rehabilitar la imagen de lo que en ese momento eran operaciones de cambio de régimen patrocinadas por la CIA. El Washington Post, en un artículo de 1991 titulado “Inocencia en el extranjero: el nuevo mundo de los golpes sin espías”, admitiría:
“La gran revolución democrática que ha arrasado el mundo en los últimos años ha sido un triunfo de la acción abierta. Los viejos de la CIA pasaron una generación fantaseando con este tipo de golpe anticomunista global. Pero cuando finalmente sucedió, fue al aire libre. No había ejércitos paramilitares secretos y casi no hubo derramamiento de sangre. Los agentes clave de la conspiración resultaron ser teléfonos, televisores y máquinas de fax”
El ex director de la CIA James Woolsey figura como director vitalicio del Consejo Atlántico, mientras que los ex directores de la CIA Leon Panetta, Robert Gates y David Petraeus también figuran en su junta directiva , junto a miembros del staff presidencial Henry Kissinger y Condeleezza Rice. O bien incluye figuras creadas de la oposición bielorrusa como Svetlana Tikhanovskaya, que pidió una intervención imperial más agresiva por parte de Estados Unidos en la política bielorrusa, a Michael Weiss que difunde sus invectivas contra Rusia como editor del popular medio de comunicación en línea The Daily Beast y ayuda a administrar un sitio web neo-maccarthista, PropOrNot , que promueve el peor tipo de alarmismo imaginable mientras ataca a los medios de comunicación independientes
En una charla del Atlantic Council de 2018 titulada “Championing the frontlines of freedom”, Damon Wilson admitiría:
“…la estrategia [de consolidar el control sobre Europa del Este] no pretende crear nuevas líneas divisorias en Europa. El objetivo es anclar una zona vulnerable e insegura en la certeza de una Europa estable, próspera y libre, y durante mucho tiempo [sic] esta visión incluye una Rusia democrática. Pero el camino hacia las reformas en Moscú podría comenzar con las decisiones que se tomen en Kiev, Chisináu, Ereván y Tiflis.”
Wilson revela que el objetivo de los responsables políticos estadounidenses y su participación tanto en la UE como en la OTAN no es sólo trasladar ambas organizaciones hasta las fronteras de Rusia, sino también absorber a la propia Federación Rusa, una política que no podría ser más obvia para los observadores geopolíticos y para los claros impulsores.
En febrero, Matthew Kroenig, director adjunto del Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad del Atlantic Council, abogó por la consideración del uso preventivo por parte de Estados Unidos de armas nucleares “tácticas”
Uno de los miembros del Atlantic Council durante la presidencia de Trump, Michael Carpenter que en julio de 2018, ayudó a dar la bienvenida a Andriy Parubiy, el presidente de la Rada (parlamento ucraniano), a una serie de reuniones en el Capitolio, dicho Parubiy es el fundador del Partido Social Nacional, que Eugene Robinson del Washington Post describió como “abiertamente neofascista”.
Los lazos entre industria y los think tanks, por ejemplo Marillyn Hewson, directora ejecutiva de Lockheed Martin, recibió el Premio al Liderazgo Distinguido del Atlantic Council en 2015
El Atlantic Council recomienda contrarrestar los esfuerzos rusos por resolver pacíficamente el conflicto en Ucrania: la derrota de Rusia, supuestamente, daría a los países occidentales la oportunidad de reestructurar el sistema de seguridad global posterior a la II GM. Propone abolir los derechos de veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y al mismo tiempo aumentar el papel de la OTAN y la UE en Eurasia.
Donantes importantes de Council Atlantic son Facebook, Ministerio de las Fuerzas Armadas de Francia, Ministerios de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita, Suecia, Estonia, Noruega, Lituania y la República Checa, fundaciones Rockefeller y Carnegie, las mayores empresas de defensa, como Lockheed Martin, Boeing y Raytheon, la Armada y la Fuerza Aérea de los EE. UU., la OTAN, así como muchos gigantes empresariales estadounidenses como FedEx, Apple, Amazon entre otras.
Como denuncian John Bellamy Foster, John Ross, y Deborah Veneziale en su trabajo “EEUU está librando una Nueva Guerra Fría:una perspectiva socialista”: La orientación belicista defendida por Kagan y Blinken fue llevada un paso más allá por el think tank de la OTAN, el Atlantic Council, que ha abogado por la política nuclear de riesgo. A partir de esta pequeña camarilla de belicistas se puede detectar fácilmente la profunda integración de los dos grupos de élite de la política exterior, que son los verdaderos impulsores de la crisis en Ucrania. La evolución de esta crisis revela el siguiente conjunto de tácticas adoptadas por ellos:
• Fortalecer el liderazgo de Estados Unidos en la OTAN, utilizando la alianza militar (en lugar de la ONU) como el principal mecanismo de intervención exterior.
•Provocar a un supuesto adversario a la guerra al negarse a reconocer su reclamación de soberanía y seguridad sobre regiones sensibles.
• Planificar el uso de armas nucleares tácticas y llevar a cabo una “guerra nuclear limitada” en el territorio del supuesto adversario o en sus alrededores.
• Imponer guerras híbridas para debilitar y subvertir al adversario utilizando medidas coercitivas unilaterales y combinando sanciones económicas con medidas financieras, propagandísticas, de información y culturales, junto con “revoluciones de colores”, ciberguerra, lawfare y otras tácticas.
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