Marcos Ana y el retrato de Lenin

 Marcos Ana y el retrato de Lenin


"Estuve casi un mes en la Dirección General de Seguridad, donde me torturaron cruelmente. Me machacaron vivo, pero no delaté a nadie. La tortura es una pelea extremadamente difícil. Llega un momento en que temes por tu razón. El problema es que mientras tú estás bien, aunque te machaquen, si tienes moral, lo soportas. Lo malo es que pasa el tiempo y empiezas a temer, porque dices: "¿Pero hasta dónde voy a controlar mi cabeza?" (...)

El RETRATO. Estaba en estas reflexiones cuando sentí un leve ruido que venía de la puerta, miré y alcancé a ver una mano que, por la pequeña reja, dejaba caer un papel en mi calabozo.

A rastras, como pude, me acerqué a recoger el papel y quedé sorprendido: era un retrato de Lenin, una página arrancada de algún libro. Mi corazón aceleró sus latidos, miraba el rostro de Lenin y comprendí con alivio que ya no estaba solo, que él, y todo lo que significaba, estaría a mi lado, alentándome cada día a ser más fuerte que los verdugos. A esta distancia casi da rubor recordar esta anécdota. Pero yo creo que hay una mística revolucionaria, además yo era muy joven y cargado de un romanticismo militante (...)

Una tarde sentí un jadeo en el pasillo. Me acerqué a la puerta, miré por la rejilla y vi, entre dos guardias que lo arrastraban a un detenido que acababa de ser torturado. Me causó una mala impresión: sus lamentos, sus ojos perdidos, me hicieron pensar que aquel hombre estaba rendido o a punto de hacerlo. Me quedé pensando y finalmente me decidí, aunque me costaba mucho el sacrificio: saqué el retrato de su escondite, le miré con fuerza y le dije: "Tú sabes que por nada del mundo me separaría de ti, pero otro camarada te necesita"... Y a la mañana siguiente, cuando nos sacaron a hacer nuestras necesidades dejé caer el retrato de Lenin por la ventanilla de su calabozo. Por la tarde los policías se lo llevaron para seguir los interrogatorios y me quedé acechando su regreso. Una o dos horas después sentí que le devolvían a su calabozo y me pegué a la rejilla de mi puerta para verle pasar.

Aquel hombre se había transformado, volvía con la cabeza alta y en sus ojos había una luz llena de orgullo y dignidad. Unos días después coincidimos en el pasillo cuando los guardianes nos llevaban a los servicios. Casi sin abrir los labios le pregunté:

- ¿Qué has hecho con el retrato?

- Se lo pasé a otro camarada -me respondió en un susurro, apretándome fraternalmente el brazo."

el retrato al que se refiere Marcos Ana

Marcos Ana, “Decidme cómo es un arbol”. Umbriel Editores, 2007

Marcos Ana, fue un poeta español, militante del PCE, con 18 años ingresó en la cárcel, el preso político del régimen franquista que más tiempo pasó en prisión: 23 años


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