El Orientalismo y la visión de China.
El Orientalismo y la visión de China.
La posición hegemónica-cultural de Occidente ha permitido que el proceso de reproducción de conocimiento sobre China a partir de esta dominación cultural, conocido como Orientalismo, determine las realidades de los países de Oriente y construya una imagen incontestable, sin interés erudito y condicionada a la fuerza de realidades ficcionadas. En otras palabras: la imagen de China orientalizada estaba constituida por verdades acumuladas y determinadas por una relación desigual entre China y Occidente.
El prejuicio sobre el Oriente se enfrenta a los cambios culturales y políticos generados por el proceso de descolonización posterior a la II Guerra Mundial, un espacio que sería silencioso y peligroso al tratarse de China, Edward W. Said (¹) separa el grano de la paja, todo ese entramado del corpus erudito lleno de clichés reiterados e inculcados durante el Romanticismo y repetidos hasta la saciedad, producto de la imaginación de Occidente y procede de un modo pragmático resaltando que fue empresa del discurso sobre Oriente construir y cristalizar a partir de un vocabulario, un conjunto de metáforas y definiciones empleadas por escritores, viajeros, aventureros, y refinadas por filólogos, gramáticos, geógrafos y cientistas sociales al servicio del hegemón estadounidense actual, tal y como se llevó a cabo con la denostada Revolución de Octubre y su estigmatización.
El embrión del orientalismo ya lo atisbamos en "Los Persas" de Esquilo y se continúa con Dante que codifica literaliamente al Islam, el terror europeo frente a lo que fue la hegemonía militar -y luego cultural y religiosa- de los ejércitos musulmanes tras la muerte de Mahoma, en el 632, que persiste todavía en “los sarracenos” de las novelas de Walter Scott. Los escritores románticos, ya en un contexto geopolítico marcado en la puja anglo-francesa por el control colonial del mundo ante la decadencia del Imperio español con Chateaubriand, explica Said, se pone en marcha un tópico: “una idea que adquirirá una autoridad casi insoportable y automática en los escritos europeos: el tema de una Europa que enseña a Oriente lo que es la libertad” y que llega hasta nuestros días con las críticas a los DDHH en China de las potencias occidentales.
La articulación del discurso institucional de los proyectos de dominación política: es la base “literaria” en la preparación de la invasión de Napoleón a Egipto o del expolio inglés de los yacimientos arqueológicos griegos y persas, la conexión estructural entre el proyecto de las gramáticas comparativas y la apertura del Canal de Suez en el siglo XIX. Occidente conquista y anexa en un sentido cultural de adquisición de conocimientos, pero también en su acepción militar-imperialista. Flaubert, él mismo orientalista ("Voyage à Egypte" y "Salambó") y entusiasta viajero por la “geografía imaginaria” de Oriente, escribe en el final de su vida una obra con la que se mofa de los mitos enciclopédicos de la Ilustración (burla que incluso alcanza a precursores del romanticismo, como Rousseau), denunciándolos como meras y vacuas copias.
El esquema discursivo orientalista proveyó la matriz ideológica para un proyecto de hegemonía y dominio colonial. Las hipótesis lingüísticas de Renan sobre las lenguas semíticas, y su comparación con el indoeuropeo, no tardaron en convertirse en hipótesis raciales: “Se asumía que si las lenguas eran tan distintas entre sí como los lingüistas decían que eran, también de modo similar los usuarios del lenguaje -sus mentes, culturas, potenciales e incluso sus cuerpos eran diferentes” escribe Said. La masa de textos coherente y solidariamente entramados del orientalismo devino así en máquina coactiva que ha impedido o dificultado acercarse a Oriente más allá del prejuicio en la etapa del Imperialismo.
Después de la II Guerra Mundial, con EEUU convertido en centro de la economía capitalista y eje de la política de Occidente y sus subordinados europeos favorece la maquinaria discursiva y que se instrumentalice en la academia. Ya no es el afán “reconstructivo” y refinado de los filólogos del siglo XIX. Ahora el corpus ingresa acríticamente en la floreciente sociología norteamericana, sirviendo su repertorio de imágenes y metáforas dentro del contexto inédito de Guerra fría y medios de comunicación. Aparecen las figuras del “erudito” y el “propagador” con un fin común: el control social y la dominación económica, llegando al punto en que estamos atravesados por tales representaciones y concepciones que bloquean toda posibilidad de un intercambio fructífero, tolerante entre las diferentes culturas como propone China en la actualidad con el desarrollo de la Ruta de la Seda.
(¹) Said Edward (1978) "Orientalismo" Ed. Destino https://www.academia.edu/25271676/Said_e_w_orientalismo_1978_ed_random_house_mondadori
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