Cinco características del neoimperialismo basadas en la teoría del imperialismo de Lenin en el siglo XXI [3]


Cinco características del neoimperialismo basadas  en la teoría del imperialismo de Lenin en el siglo XXI [3]

Cheng Enfu y Lu Baolin

El nuevo monopolio del capital financiero

En El imperialismo, fase superior del capitalismo Lenin afirmó: “La concentración de la producción; los monopolios que de ella surgen; la fusión o coalescencia de los bancos con la industria: tal es la historia del surgimiento del capital financiero y tal es el contenido de ese concepto”. El capital financiero es un nuevo tipo de capital formado por la fusión del capital monopolista bancario y el capital monopolista industrial. El punto de inflexión en el cambio del dominio capitalista general al del capital financiero se produjo a principios del siglo XX, cuando los bancos de los principales países imperialistas se transformaron de intermediarios ordinarios en poderosos monopolistas. Pero antes de la Segunda Guerra Mundial, debido a las guerras recurrentes, los altos costos de transmisión de información y las barreras técnicas e institucionales como la protección comercial, los vínculos entre la inversión global, el comercio, las finanzas y el mercado eran relativamente débiles. El grado de globalización de la economía siguió siendo bajo, lo que obstaculizó la expansión hacia el exterior del capital monopolista. Después de la Segunda Guerra Mundial, la globalización económica se aceleró por la nueva revolución tecnológica. A principios de los años 1970, el aumento de los precios del petróleo desencadenó una crisis económica mundial y dio origen a un fenómeno grotesco, imposible de explicar para la economía keynesiana, en el que coexistían inflación y estancamiento económico. Para encontrar oportunidades de inversión rentables y escapar del atolladero de la “estanflación”, el capital monopolista trasladó las industrias tradicionales al extranjero, manteniendo así su ventaja competitiva original. Mientras tanto, aceleró su desvinculación de las industrias tradicionales y trató de abrir nuevos territorios financieros. La globalización capitalista y la financiarización se catalizaron y apoyaron mutuamente, acelerando la “virtualización” del capital monopolista y el vaciamiento de la economía real. La recesión económica occidental de los años 1970 actuó, por tanto, no sólo como catalizador de la internacionalización del capital monopolista, sino también como punto de partida de la financiarización del capital industrial. Desde entonces, el capital monopolista ha acelerado su paso del monopolio ejercido en un solo país al monopolio internacional, del monopolio de la entidad industrial al monopolio de la industria financiera.

En el contexto del nuevo monopolio del capital financiero, la segunda característica clave del neoimperialismo es que el capital monopolista financiero juega un papel decisivo en la vida económica global, dando lugar a la financiarización económica.


Una minoría de instituciones financieras controla las principales arterias económicas mundiales
La búsqueda del poder monopolista es la naturaleza misma del imperialismo. “Las grandes empresas, y en particular los bancos, no sólo absorben completamente a las pequeñas, sino que las “anexionan”, las subordinan, las incorporan a su “propio” grupo o “consorcio” (para utilizar el término técnico) mediante la adquisición de “participaciones” en su capital, mediante la compra o el intercambio de acciones, mediante un sistema de créditos, etc.”, explica Lenin. “Vemos la rápida expansión de una densa red de canales que abarca todo el país, centralizando todo el capital y todos los ingresos, transformando miles y miles de empresas económicas dispersas en una sola economía nacional capitalista y luego en una economía capitalista mundial.” En la fase neoimperialista, un pequeño número de corporaciones multinacionales, la mayoría de ellas bancos, han extendido una red operativa muy extensa y detallada por todo el mundo mediante fusiones, participaciones y participaciones accionariales, y de esta manera controlan no sólo innumerables empresas pequeñas y medianas, sino también las principales arterias económicas mundiales. Un estudio empírico realizado por tres académicos suizos, Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston, demostró que un número relativamente pequeño de bancos multinacionales dominan efectivamente toda la economía global. Basándose en su análisis de 43.060 corporaciones multinacionales de todo el mundo y las relaciones accionariales entre ellas, descubrieron que las 737 corporaciones multinacionales más importantes controlaban el 80 %de la producción global total. Después de estudiar más a fondo la complicada red de estas relaciones, llegaron a un descubrimiento aún más sorprendente: un núcleo formado por 147 corporaciones multinacionales controlaba casi el 40 %del valor económico. De las 147 corporaciones, aproximadamente tres cuartas partes eran intermediarios financieros. 

La globalización del capital monopolista-financiero

Cuando el imperialismo evolucionó hacia el neoimperialismo, las oligarquías financieras y sus agentes dejaron de lado las reglas del comercio y la inversión y procedieron a lanzar guerras de divisas, comerciales, de recursos e información, saqueando recursos y riquezas a nivel mundial y a su antojo. Dentro de este sistema, los economistas neoliberales desempeñan el papel de portavoces de los oligarcas financieros, abogando por la liberalización financiera y la globalización en interés de los monopolistas y persuadiendo a los países en desarrollo para que liberalicen sus restricciones a la cuenta de capital. Si los países en cuestión siguen este consejo, ejercer la supervisión financiera se hará más difícil y su vulnerabilidad a los peligros ocultos del sistema financiero aumentará. El efecto será brindar más oportunidades para que el capital monopolista financiero saquee la riqueza de esos países. En sus operaciones en los mercados de capital, los gigantes de la inversión financiera internacional tienden a atacar los frágiles cortafuegos financieros de los países en desarrollo y a aprovechar las oportunidades para saquear los activos que estos países han acumulado durante décadas. Esto indica que la globalización y la liberalización financieras han establecido sin duda un sistema financiero global unificado y abierto, pero al mismo tiempo han creado mecanismos a través de los cuales el centro global se apropia de los recursos y el plusvalor de la periferia menos desarrollada. Concentrado en manos de una minoría de las oligarquías financieras internacionales y armado con un poder monopolista real, el capital financiero ha obtenido volúmenes cada vez mayores de beneficios monopolísticos mediante la inversión extranjera, nuevos negocios y fusiones y adquisiciones transfronterizas. A medida que el capital financiero recauda continuamente tributos de todo el mundo, el dominio de los oligarcas financieros se consolida.

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