Cinco características del neoimperialismo basadas en la teoría del imperialismo de Lenin en el siglo XXI [6]
Cinco características del neoimperialismo basadas en la teoría del imperialismo de Lenin en el siglo XXI [6]
Cheng Enfu y Lu Baolin
La OTAN y la alianza militar y política internacional monopolista-capitalista
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), creada a principios de la Guerra Fría, es una alianza militar internacional para la defensa del capitalismo monopolista. Está liderada por Estados Unidos e involucra a otros países imperialistas. Durante la Guerra Fría, la OTAN fue la principal herramienta utilizada por Estados Unidos para contener y contrarrestar activamente a la Unión Soviética y los países de Europa del Este, así como para influir y controlar a los países de Europa Occidental. Al final de la Guerra Fría, la Organización del Tratado de Varsovia se disolvió y la OTAN se convirtió en la organización militar a través de la cual Estados Unidos buscaba alcanzar sus objetivos estratégicos a nivel global. Se había creado un oligopolio militar capitalista, que involucraba a una potencia hegemónica y a varias otras grandes potencias. El ex secretario de Estado estadounidense Warren Christopher declaró: “Solo Estados Unidos puede actuar como líder… Para que Estados Unidos ejerza el liderazgo, debemos tener una amenaza de fuerza creíble como respaldo a la diplomacia”. La Estrategia de Seguridad Nacional para el Nuevo Siglo , publicada en Estados Unidos en diciembre de 1998, afirmaba sin ambigüedades que el objetivo de Estados Unidos era “liderar el mundo entero” y que nunca se permitiría que surgiera ningún desafío a su liderazgo, por parte de ningún país o grupo de países. El 4 de diciembre de 2018, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, declaró en un discurso ante el Fondo Marshall en Bruselas: “Estados Unidos no ha renunciado a su liderazgo global. Reformó el orden después de la Segunda Guerra Mundial basándose en la soberanía, pero no en el sistema multilateral… Bajo el liderazgo del presidente Trump, no renunciaremos al liderazgo internacional ni a nuestros aliados en el sistema internacional… Trump está recuperando el estatus tradicional de Estados Unidos como centro y liderazgo mundial… Estados Unidos quiere liderar el mundo, ahora y siempre”.
Para lograr el liderazgo y la dominación del mundo, Estados Unidos ha hecho todos los esfuerzos posibles por promover la expansión de la OTAN hacia el este y ha ampliado su propia esfera de influencia para controlar Europa central y oriental y comprimir el espacio estratégico de Rusia. Bajo el control de Estados Unidos, la OTAN se ha convertido en una herramienta militar ideal para los intereses globales de Estados Unidos. En marzo de 1999, una fuerza multinacional de la OTAN dirigida por Estados Unidos lanzó un ataque aéreo a gran escala contra Yugoslavia. Fue la primera vez que la OTAN lanzaba un ataque militar contra un país soberano durante los cincuenta años transcurridos desde su fundación. En abril de 1999, la OTAN celebró una cumbre en Washington, en la que adoptó formalmente un concepto estratégico que puede resumirse en dos puntos. En primer lugar, se le permitió a la OTAN llevar a cabo una intervención militar colectiva fuera de su zona de defensa en respuesta a “crímenes y conflictos que involucraran intereses comunes”. Esto efectivamente transformó a la OTAN de una alianza militar de “defensa colectiva” en una organización política y militar ofensiva con el supuesto propósito de defender intereses comunes y valores compartidos. En segundo lugar, las acciones militares de la OTAN no requerían la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.
Además de la OTAN, las alianzas militares estadounidenses formadas sobre la base de tratados bilaterales incluyen pactos con Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas. Existen bases militares estadounidenses en el territorio de todos sus aliados militares y éstas constituyen una parte importante de la alianza militar neoimperialista. Estados Unidos y sus aliados lanzan amenazas militares y llevan a cabo provocaciones en muchas regiones del mundo, lo que da lugar a muchas “guerras calientes”, “guerras tibias”, “guerras frías” y “nuevas guerras frías”, que intensifican la nueva carrera armamentista. Los actos de “terrorismo de Estado” llevados a cabo por el neoimperialismo y el doble rasero que aplica en la lucha contra el terrorismo han hecho que se multipliquen otras formas de terrorismo.
La hegemonía cultural dominada por los “valores universales” occidentales
Además de su poder económico y la hegemonía ejercida a través de sus alianzas militares, el neoimperialismo también se caracteriza por una hegemonía cultural dominada por los “valores universales” occidentales. El politólogo estadounidense Joseph Nye destacó que el poder blando era la capacidad de satisfacer los propios deseos a través de la atracción en lugar de la fuerza o la compra. El poder blando de un país está constituido principalmente por tres recursos, a saber, la cultura (que funciona donde es atractiva para la población local), los valores políticos (que funcionan cuando pueden practicarse tanto en el país como en el extranjero) y la política exterior (que funciona cuando se la considera conforme a la legalidad y como potenciadora del prestigio moral). Los países desarrollados occidentales, especialmente Estados Unidos, utilizan su capital, tecnología y ventajas de mercado para infiltrar su cultura en países y regiones menos poderosos y proponen una serie de teorías culturales “neointervencionistas” diseñadas para imponer los valores estadounidenses. Estados Unidos subyuga los mercados culturales y los espacios de información de otros países, especialmente los países en desarrollo, exportándoles valores y estilos de vida estadounidenses, con el objetivo de convertir su cultura en la “cultura dominante” del mundo.
La hegemonía cultural o el imperialismo cultural exporta los “valores universales” de Occidente e implementa tanto la evolución pacífica como las “revoluciones de colores” controlando el campo de la opinión pública internacional. El objetivo es alcanzar la meta estratégica de Richard Nixon de “victoria sin guerra”. La evolución de la Unión Soviética y de los países socialistas de Europa del Este es un caso típico. Como es sabido, la penetración de valores suele ser lenta, a largo plazo y sutil, y sus canales de comunicación suelen estar ocultos en intercambios académicos, obras literarias, películas y programas de televisión. Por ejemplo, Hollywood es “el megáfono de la política hegemónica estadounidense… Las películas de Hollywood muestran las ventajas de Estados Unidos al resto del mundo y tratan de lograr su conquista cultural por este medio”. El ex alto funcionario de la CIA Allen Dulles argumentó: “Si enseñamos a los jóvenes de la Unión Soviética a cantar nuestras canciones y bailar con ellas, tarde o temprano les enseñaremos a pensar de la manera que necesitamos que lo hagan”. Las fundaciones y los centros de estudios también son importantes fuerzas impulsoras de la difusión del neoliberalismo. Por ejemplo, la Fundación Ford, la Fundación Rockefeller, la Sociedad Mont Pelerin y el Centro para la Empresa Privada Internacional (CPI), con sede en Estados Unidos, participan en la promoción de los valores neoliberales financiando seminarios y organizaciones académicas.
Lenin afirmó una vez: “En lugar de un monopolio indiviso de Gran Bretaña, vemos a unas cuantas potencias imperialistas compitiendo por el derecho a compartir este monopolio, y esta lucha es característica de todo el período de principios del siglo XX”. Desde el fin de la Guerra Fría, el capitalismo global se ha caracterizado por el monopolio indiviso de los Estados Unidos. Otras potencias no tienen intención y carecen de la fuerza para competir. Algunos países individuales, como Japón, han tratado de desafiar los “derechos de monopolio” de Estados Unidos económica y tecnológicamente, pero finalmente han fracasado. Lo mismo ocurre con la Unión Europea, que surgió más tarde pero finalmente no logró sacudirse la hegemonía estadounidense. En el terreno militar, la Guerra del Golfo y las guerras posteriores en Kosovo, Afganistán, Irak, Libia y Siria han alimentado aún más el unilateralismo y la arrogancia hegemónica de Estados Unidos. Con la ayuda de sus alianzas económicas, militares y políticas, y empleando el poder blando cultural, Estados Unidos promueve sus “valores universales”, incita protestas callejeras y revoluciones de colores en otros países, y obliga a los países en desarrollo a desregular sus sistemas financieros, utilizándolos como blanco para la creación de deuda y crisis financieras. Cuando el sistema de gobernanza global dominado por Estados Unidos encuentra desafíos, lanza guerras comerciales, guerras científicas y tecnológicas, guerras financieras y sanciones económicas, e incluso llega al punto de amenazar o lanzar ataques militares. El dólar estadounidense, el ejército y la cultura son los tres pilares de la hegemonía imperialista estadounidense, que sustentan el “poder duro”, el “poder blando”, el “poder fuerte” (sanciones económicas) y el “poder inteligente”.
En resumen, la alianza capitalista monopolista internacional formada por un hegemón y varias grandes potencias proporciona la base económica para la política monetaria, la cultura vulgar y las amenazas militares que explotan y oprimen mediante el ejercicio del monopolio tanto en el país como en el extranjero, y que amplifican el poder de Estados Unidos como hegemón neoimperialista

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